Pie forzao 3

Sigo con las peticiones hechas en mi cumple y hoy escribo respondiendo a la petición de una persona que no se identifico. Aun así aquí va su pie forzao.

En mis años mozos janguie un poquito por ahí. Cuando uno está en la calle le suelen pasar mil cosas cuando uno está con una chica siempre que seas algo aventurero. Yo no le decía nunca que no a ninguna aventura. Cuando uno está en la calle las cosas que le pueden pasar a uno son muchas. Siempre en algún momento te ocurre algo gracioso o más que gracioso vergonzoso.

Pero el pie forzado no fue que cosas vergonzosas me han pasado a mi si no a ellas. Más específicamente cosas que son vergonzosas y sorpresas no tan agradables que me han ocurrido con ellas. Aquí van dos.

El día que supe que podía estudiar drama.

Ese día no tenía nada planeado y mientras estaba en la universidad me encontré a esta chica. Seguimos hablando y una cosa nos llevo a la otra. Almorzamos y nos separamos diciendo que nos encontraríamos más tarde a darnos unos palos y así fue. Mientras las medallas y los chistes corrían buscamos la manera que otros panas que habían llegado al lugar no se dieran cuenta del truco. Siempre he sido muy discreto así que prefería que nadie se diera cuenta. Dije que me iba y todo el mundo se sorprendió pues era relativamente temprano. El plan era que media hora después me encontrara con la tipa en mi apartamento. Yo había comprado un sis pack de medalla. Este es el numero perfecto cuando ya has bebido y van para tu casa, pues no son tan pocas que se acaben a mitad de la conversación, esa que uno tiene antes de fornicar por eso de no ir rápido pal mambo, pero no sobran tantas que te hagan un hoyo en el bolsillo (no soy maceta era mi época de estudiante).

El asunto es que llega a casa y a mitad de la segunda cerveza comenzó la acción en el sofá. Rápido la cargue y me la lleve pa’l cuarto y comencé a desvestirla. Ya toda desnudita comienzo a besarla por el cuello, por el pecho, por su abdomen, el ombliguito. .. (soy un amante de bajar al pozo que les puedo decir). Como la cuestión estaba obscura y yo tenía los ojos cerraditos (que tierno) no me había dado cuenta de algo. La tipa estaba BASTANTE peludita luego del monte de Venus. Me sorprendí un poco pero me dije: “pal carajo a mí me gusta que las cosas diferentes y hoy me toca vinteich”.

Pero cuando llegue abajo eso no era lo único que había. También había un olorsito no agradable. Dentro de la pelota de nota que tenia me acorde que yo había vista a esta nena desde esta mañana y aun tenia la misma ropa. Había cometido una novatada. En una situación así uno se mete a bañar con ella con excusa de que uno es el que quiere sentirse fresquesito. Volviendo al tema, no era la primera vez que iba pa’ allá bajo y la cosa no olía a flores pero el olor era algo mmm… como decirlo delicadamente… era jodón. Así que con el mismo cariño recorrí de vuelta dando besos subiendo el camino jalda arriba que acababa de bajar. Ella me miro con cara extrañada y dije algo así como que “que quería metérselo ya”. Me puse el condón, pero debo admitir, que ya se me había pasado las ganas de meter mano con la tipa. Solo podía pensar en el olor así que hice algo que nunca había hecho: fingí un orgasmo. En serio, hasta ese día, no sabía que los hombres hacían esta madre. De hecho, no sabía ni cómo hacerlo, así que imite a las mujeres de las cientos de películas que había visto, empecé a decir que estaba bien bueno cada vez más rápido y duro y me tire un “¡ahhhhhhh que rico!”. Acto seguido me quite rápido el condón y lo amarre como si hubiera algo adentro. Yo mire en sus ojos y no vi ninguna señal de que se hubiera dado cuenta. Busque las otras cervezas y mientras nos la dábamos hablamos de lo bueno que había estado. Incluso surgió la posibilidad de tirarnos otro a lo que yo respondí con una honda tristeza en mi voz “que mierda ese era el último condón que me quedaba”.

Cuando te traiciona el chiquito

Los balcones de Rio Piedras tienen miles de historias. Hablarían más que las mismas paredes de la universidad o que el techo del centro de estudiantes.

Esta chamaca me había estado coqueteando por bastante tiempo, yo llevaba tiempo queriendo cerrar el negocio pero ella nunca me dejaba. Esto me tenia encojonaito no porque ella no pueda negarse si no porque se ponía a comer mierda y yo a perder mi tiempo. Así que deje de buscarla y, remedio mágico, me tira un mensaje (al beeper) pa’ que baje pa’ su casa. Yo ni corto ni perezoso fui para alla. Obvio que lleve el consabido lubricante social llamado alcohol. Con mis golden bulet en la mano y lleno de esperanza me encamine a su hogar.

Mientras bebíamos en su balcón y hablamos mil estupideces yo me fijaba si algo podía pasar esa noche. Si no era así me iría con cualquier excusa. No permitiría que me llamara pa’ no aburrirse y mas na’. Esta chica tenía una agradable hamaca en su balcón y estaba sentada en ella. Mientras se mecía, y por casualidad en medio de un silencio en la conversación, el chiquito la traiciono.

No fue excesivamente ruidoso, pero el sonido era inconfundible. Ella abrió los ojos bien grandes y en medio del silencio recién roto murmuro un “perdón”.

Yo me acerque a ella y tome su rostro con ambas manos la mire fijamente a los ojos mientras me daba una mirada temblorosa y confundida. Ella cerró los ojos, me acerque a sus labios y le dije no pasa nada y la bese….

Okey, okey… La verdad es que el último párrafo no es cierto.

Lo que en verdad ocurrió es que me hice el loco. Tan pronto escuche su trompetilla comencé a hablar como si no hubiera escuchado nada e incluso cuando murmuró el perdón continúe hablando. Para luego detenerme y preguntarle: “¿qué? ¿Qué dijiste?” Ella me miro para ver si hablaba en serio y dijo: “¡nada! Sigue hablando”.

Me reí para mis adentros y luego de esperar el tiempo que entendí prudente para no tener que cerciorar si había sido uno de esos que solo traen sonido si no también traen olor me fui a sentar en la hamaca con ella.

Al final esa noche paso lo que quería que pasara no sé si debido a que (evidentemente) se sentía relajada conmigo, no sé si porque sabía que me hice el loco o tal vez las cervecitas de esta noche (para esta ocasión había traído mas de 6) pero ese fue el inicio de una larga y duradera amistad.